Silueta que incendia.
Eras un trazo oscuro
sobre un fondo que parecía callado,
pero tu figura decía cosas
que el mundo nunca se animó a nombrar.
sobre un fondo que parecía callado,
pero tu figura decía cosas
que el mundo nunca se animó a nombrar.
Te vi y recordé mi propio viaje:
las veces que tuve que inventarme,
las veces que la vida
me pidió fuego
cuando yo apenas tenía chispas.
las veces que tuve que inventarme,
las veces que la vida
me pidió fuego
cuando yo apenas tenía chispas.
Pero vos,
con ese equilibrio de misterio y camino,
me enseñaste otra regla del destino:
que no hace falta hablar fuerte
para encender el aire,
basta con existir
sin pedir permiso.
con ese equilibrio de misterio y camino,
me enseñaste otra regla del destino:
que no hace falta hablar fuerte
para encender el aire,
basta con existir
sin pedir permiso.
Tu pose vibra,
como si el tiempo te admirara,
como si cada curva
fuera un verso que se desarma
y vuelve a nacer.
como si el tiempo te admirara,
como si cada curva
fuera un verso que se desarma
y vuelve a nacer.
Y yo entiendo:
no es vanidad,
es valentía.
No es deseo vacío,
es identidad que arde.
no es vanidad,
es valentía.
No es deseo vacío,
es identidad que arde.
Porque todos, alguna vez,
fuimos sombra buscando forma,
camino buscando paso,
alma buscando fuego.
fuimos sombra buscando forma,
camino buscando paso,
alma buscando fuego.
Hoy tu silueta me recuerda
que no se trata de ser perfecta,
se trata de ser intensa.
Y en esa intensidad tuya,
también me encuentro yo.
que no se trata de ser perfecta,
se trata de ser intensa.
Y en esa intensidad tuya,
también me encuentro yo.
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