El último grito del camino.

FIN LPM,
digo y respiro,
como quien suelta un peso
que llevaba escondido.

Porque en la vida, hermano,
uno aprende entre golpes,
que nada es tan eterno
como creer que podés con todo.

Yo también estuve ahí,
cuando el mundo se me vino encima,
cuando dije “fin, la puta madre”
pensando que no había vuelta.

Pero la vida me habla bajito,
desde algún rincón del tiempo,
y me dice que los finales
son apenas otros comienzos.

Así que escribo,
desde el alma y sin ornamentos,
que cada caída te afila,
cada derrota te cuenta.

Yo sé lo que es perderse,
lo que es buscar salida,
lo que es putear al cielo
por no entender la vida.

Pero acá sigo, firme,
con el pecho medio roto,
porque aunque diga FIN LPM,
sé que todavía me toca otro.

Y si vos también lo sentís,
si el camino se te hace pesado,
vení, que te entiendo,
yo también he tropezado.

Los finales son gritos,
y a veces, sagrados.
Porque después del FIN más bronca,
siempre hay un renacer callado.

XUS