Manifiesto Z.

Generación Z,
dicen que somos ruido,
pero somos más bien eco:
de lo que fuimos,
de lo que vimos,
de lo que no nos dejaron ser.

Crecimos entre pantallas
y silencios que dolían,
aprendiendo a traducir el mundo
en memes,
en códigos,
en poesía que respira.

Nos contaron que veníamos rotos,
pero yo sé 

—porque lo viví—
que en cada caída
aprendimos a armar refugios
con las manos temblando,
con el alma latiendo rápido,
como un mundo que no avisa
pero salva.

Generación Z,
la que se ríe fuerte,
la que llora sin vergüenza,
la que manda audios largos
porque el corazón no cabe en textos cortos.

La que entendió
que sanar también es un acto político
y que amar
es un código que no se hackea.

En mis años más difíciles
fue alguien de mi generación
quien me dijo:
“respirá, que acá estoy”.
Y esa frase, tan simple,
me sostuvo más
que cualquier discurso.

Por eso lo escribo así,
con ritmo que se quiebra y vuelve:
no somos el problema,
somos la versión beta del futuro,
el parche,
la chispa,
la risa que revive.

Generación Z,
la que no se rinde.
La que, aun con miedo,
sigue.

XUS