La sombra y el hombre.
Bajo la luna roja,
aprendí que el mundo
no siempre ruge afuera:
a veces ruge adentro,
donde nadie ve.
aprendí que el mundo
no siempre ruge afuera:
a veces ruge adentro,
donde nadie ve.
Crecí mirando gigantes,
creyendo que eran invencibles,
que su sombra tenía más fuerza
que mis ganas de avanzar.
Pero un día
creyendo que eran invencibles,
que su sombra tenía más fuerza
que mis ganas de avanzar.
Pero un día
—en un desierto parecido a este—
me encontré caminando solo,
sin más escudo que mi historia,
sin más espada que lo que me sostuvo vivo.
me encontré caminando solo,
sin más escudo que mi historia,
sin más espada que lo que me sostuvo vivo.
El demonio era enorme,
oscuro,
parecía cubrirlo todo.
Y yo, pequeño, quieto,
sentí el peso de esos recuerdos
que duelen cuando vuelven.
Pero respiré.
Recordé que ya estuve roto,
que ya estuve perdido,
que aun así seguí.
oscuro,
parecía cubrirlo todo.
Y yo, pequeño, quieto,
sentí el peso de esos recuerdos
que duelen cuando vuelven.
Pero respiré.
Recordé que ya estuve roto,
que ya estuve perdido,
que aun así seguí.
Entonces entendí algo simple:
el monstruo no vino a detenerme,
vino a mostrarme
que ya no le tengo miedo.
el monstruo no vino a detenerme,
vino a mostrarme
que ya no le tengo miedo.
Y seguí caminando,
porque el camino
siempre obedece a los que no se rinden.
porque el camino
siempre obedece a los que no se rinden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias!