Ritmo de pádel.

En la línea blanca
donde el eco late,
donde el golpe suena
y la tarde arde,

marco mi historia

como quien aprende
que el juego es camino
y el cuerpo lo entiende.

Tuve días grises,
pasos sin impulso,
pero vi en la cancha
mi pequeño pulso:

el rebote firme,
la pelota al aire,
la mente que vuelve
del propio desaire.

Y entendí en silencio,
sin ninguna llave,
que a veces un punto
te cambia la tarde.

Porque en cada saque
voy soltando el peso,
y en cada bandeja
me encuentro de nuevo.

Pádel es destino,
pero también calma,
un viaje sencillo
que ordena mi alma.

Y aunque la vida
me juegue al revés,
sigo en la pista…
porque sé quién es quién.

Y ahí me rescato,
golpe tras golpe:
no juego partidos,
juego el horizonte.

XUS