Bailo para no romperme.
Mi vida es mejor bailando,
lo supe un día gris,
cuando la rutina me cerró la puerta
y el ánimo se me cayó de los bolsillos.
lo supe un día gris,
cuando la rutina me cerró la puerta
y el ánimo se me cayó de los bolsillos.
Ahí entendí
que el cuerpo sabe hablar
cuando la voz no alcanza,
que un paso adelante
puede ser más valiente que un grito.
que el cuerpo sabe hablar
cuando la voz no alcanza,
que un paso adelante
puede ser más valiente que un grito.
Bailo porque el ritmo cura,
desarma nudos,
perdona errores,
y acomoda el alma
como si fuera un mueble viejo
que vuelve a encontrar su lugar.
desarma nudos,
perdona errores,
y acomoda el alma
como si fuera un mueble viejo
que vuelve a encontrar su lugar.
En una fiesta,
en la cocina,
o en un pasillo angosto,
donde mi sombra y yo
armamos coreografías improvisadas
para recordar que sigo siendo yo.
en la cocina,
o en un pasillo angosto,
donde mi sombra y yo
armamos coreografías improvisadas
para recordar que sigo siendo yo.
Mi vida es mejor bailando
porque ahí no existen juicios,
solo el pulso,
la respiración,
y esa pequeña victoria
de sentir que, al menos por un rato,
todo encaja.
porque ahí no existen juicios,
solo el pulso,
la respiración,
y esa pequeña victoria
de sentir que, al menos por un rato,
todo encaja.
Y cuando la música termina
y el silencio vuelve,
queda una verdad simple:
bailo no para escapar,
bailo para no romperme.
y el silencio vuelve,
queda una verdad simple:
bailo no para escapar,
bailo para no romperme.
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