Somos el grito, carajo.

Oíd, mortales, que esto suena,
no en palacios ni en estadios,
sino en calles, en el barro,
en la voz del necesario.

Somos pueblo, somos bandera,
somos mate y madrugada,
los que cantan con el alma
aunque el cuerpo no dé nada.

Vi a mi abuela rezar tango,
a mi viejo forjar acero,
y entendí que ser argentino
es llorar, reír y ser entero.

Somos aguante, sí, hermano,
con heridas, con orgullo,
con la frente hacia el futuro
y el pasado como escudo.

Cuando el viento nos golpea,
cuando el hambre nos visita,
respondemos con un grito
que la historia necesita.

No pedimos permiso,
no esperamos salvación,
porque nacimos del barro
y del fuego del corazón.

Así que oíd, mortales,
con respeto y emoción:
somos aguante argentino,
la puta madre… y pasión.

XUS