Alas del caos.
Volé cuando no debía,
cuando el suelo me pedía calma,
pero el ruido de mi pecho
me gritaba: “no te salvas sin alas.”
cuando el suelo me pedía calma,
pero el ruido de mi pecho
me gritaba: “no te salvas sin alas.”
Crecí entre golpes y dudas,
entre órdenes y temores,
y el caos —ese viejo amigo—
me enseñó a parir colores.
entre órdenes y temores,
y el caos —ese viejo amigo—
me enseñó a parir colores.
Me caí mil veces, claro,
con las alas hechas trizas,
pero cada caída fea
me dejó una cicatriz que avisa.
con las alas hechas trizas,
pero cada caída fea
me dejó una cicatriz que avisa.
Porque el desorden también crea,
y el dolor, si se lo entiende,
te da fuerza, te da vuelo,
te da el alma que defiende.
y el dolor, si se lo entiende,
te da fuerza, te da vuelo,
te da el alma que defiende.
Alas del caos, me llamaron,
por soñar cuando no toca,
por hacer arte de heridas
y cantar con la voz rota.
por soñar cuando no toca,
por hacer arte de heridas
y cantar con la voz rota.
Hoy miro atrás, sin vergüenza,
agradezco a cada herida:
sin el caos que me rompía,
no habría vuelo… ni vida.
agradezco a cada herida:
sin el caos que me rompía,
no habría vuelo… ni vida.
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