La marca de la X.

No fue amor ni costumbre,
fue un cruce de energía,
una chispa entre dos mundos
que no sabían que ardían.

Su mirada fue pregunta,
mi silencio, melodía,
y entre ambos se hizo un pacto
que el alma todavía ansía.

No buscaba redención,
ni placer por rebeldía,
solo sentirme despierto
cuando todo se dormía.

Esa “X” no fue un nombre,
fue un punto en mi memoria,
un secreto que respira
entre culpa y euforia.

Aprendí que la tentación
no siempre es carne o locura,
a veces es la intuición
que te empuja a la aventura.

Porque vivir sin tentar
es morir por cobardía,
y aunque el fuego me quemó,
me devolvió la poesía.

Hoy guardo su sombra leve,
sin vergüenza ni agonía:
esa X fue mi espejo…
y mi forma de volver a la vida.

XUS