Desde el otro lado del cielo.
Te siento en la noche callada,
cuando el viento parece rezar tu nombre.
No te veo, pero tu luz me abraza,
como un faro que guía sin horizonte.
cuando el viento parece rezar tu nombre.
No te veo, pero tu luz me abraza,
como un faro que guía sin horizonte.
Aprendí que el amor no se entierra,
solo cambia de cuerpo, de estrella, de tierra.
Que hay abrazos que cruzan dimensiones,
y lágrimas que curan oraciones.
solo cambia de cuerpo, de estrella, de tierra.
Que hay abrazos que cruzan dimensiones,
y lágrimas que curan oraciones.
Te fuiste, sí, pero no del todo,
quedaste en mi voz, en cada modo.
En el café tibio, en el reloj sin hora,
en cada silencio que aún te implora.
quedaste en mi voz, en cada modo.
En el café tibio, en el reloj sin hora,
en cada silencio que aún te implora.
A veces la vida se disfraza de muerte,
y el alma aprende lo que es perderte.
Pero hay un hilo —invisible y real—
que une lo eterno con lo terrenal.
y el alma aprende lo que es perderte.
Pero hay un hilo —invisible y real—
que une lo eterno con lo terrenal.
Y cuando miro el cielo, sin prisa, sin miedo,
siento que el amor —tu amor— no es recuerdo.
Es presencia pura, dulce y sencilla,
que desde el otro lado del cielo,
todavía me brilla.
siento que el amor —tu amor— no es recuerdo.
Es presencia pura, dulce y sencilla,
que desde el otro lado del cielo,
todavía me brilla.
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