Coincidencia divina.
Te cruzaste en mi camino sin aviso,
como quien deja caer una estrella al suelo.
No hubo planes, ni tiempos precisos,
solo el destino jugando su juego.
como quien deja caer una estrella al suelo.
No hubo planes, ni tiempos precisos,
solo el destino jugando su juego.
Yo venía roto, sin rumbo, cansado,
coleccionando ausencias, mirando al pasado.
Y ahí estabas tú, simple y sincera,
como un rayo de sol que rompe la espera.
coleccionando ausencias, mirando al pasado.
Y ahí estabas tú, simple y sincera,
como un rayo de sol que rompe la espera.
No fue magia —aunque lo parezca—,
fue la vida mostrándome su sorpresa.
Esa forma sutil de decir “aquí estás”,
cuando el alma ya no espera más.
fue la vida mostrándome su sorpresa.
Esa forma sutil de decir “aquí estás”,
cuando el alma ya no espera más.
Desde entonces no creo en el azar,
creo en los gestos que logran sanar,
en las miradas que llegan sin ruido,
en las historias que cambian el sentido.
creo en los gestos que logran sanar,
en las miradas que llegan sin ruido,
en las historias que cambian el sentido.
Si hay algo que aprendí de tu venida,
es que la belleza no siempre se avisa.
Y que a veces —sin buscar salida—,
llega una coincidencia divina
a salvarte la vida.
es que la belleza no siempre se avisa.
Y que a veces —sin buscar salida—,
llega una coincidencia divina
a salvarte la vida.
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