Belleza sin permiso.
Me miré al espejo sin miedo al reflejo,
sin buscar aprobación, ni consejo.
Tardé años en verme completo,
sin filtros, sin culpa, sin pretexto.
sin buscar aprobación, ni consejo.
Tardé años en verme completo,
sin filtros, sin culpa, sin pretexto.
“Soy bonito”, dije —por fin—,
no por la piel ni el perfil,
sino por todo lo que sobreviví,
por lo que callé y aún sigo aquí.
no por la piel ni el perfil,
sino por todo lo que sobreviví,
por lo que callé y aún sigo aquí.
No fue vanidad, fue victoria,
después de tanto tragar memoria,
de creer que el valor se mide en rostros,
cuando en verdad está en los trozos.
después de tanto tragar memoria,
de creer que el valor se mide en rostros,
cuando en verdad está en los trozos.
La vida me rompió más de una vez,
pero aprendí a amar cada cicatriz.
Porque lo que brilla no siempre es oro,
y lo que duele también hace tesoro.
pero aprendí a amar cada cicatriz.
Porque lo que brilla no siempre es oro,
y lo que duele también hace tesoro.
Así que sí —soy bonito—,
porque elegí seguir distinto,
porque aprendí que el alma se viste
con la verdad de lo que insiste.
porque elegí seguir distinto,
porque aprendí que el alma se viste
con la verdad de lo que insiste.
Y si un día el mundo me juzga otra vez,
solo sonrío, respiro y sé,
que el espejo no miente cuando digo aquí:
soy bonito… y eso basta para mí.
solo sonrío, respiro y sé,
que el espejo no miente cuando digo aquí:
soy bonito… y eso basta para mí.
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