Seis a nueve, sin complicaciones.

Yo tan 6, medio tímido,
con pasos cortos y dudas largas,
aprendiendo que el amor también
es caerse…
y levantarse con ganas.

Vos tan 9, tan segura,
tan de sonrisa que desarma,
con esa forma de entrar al día
como si el sol te siguiera
solo para verte el alma.

Y no sé en qué momento
lo simple se volvió destino:
una tarde gris, un mate tibio,
y la certeza inesperada
de que encajamos distinto.

Porque en la vida 

—lo supe tarde—
no todo es exacto ni perfecto;
a veces el 6 se siente completo
solo cuando el 9
le presta un poco de su aliento.

Hoy lo digo sin vueltas,
claro y directo:
qué suerte la mía de ser tu 6,
qué fortuna la tuya
de elegirme tan imperfecto.

XUS