Latido abuelo.
Abu,
tu nombre vibra
como un tambor antiguo
que aprendí a escuchar
antes de saber hablar.
tu nombre vibra
como un tambor antiguo
que aprendí a escuchar
antes de saber hablar.
Estas palabras salen del alma,
sin técnica,
sin adorno,
solo con la verdad
que dejan los años compartidos.
sin técnica,
sin adorno,
solo con la verdad
que dejan los años compartidos.
Yo era chico
y vos eras gigante,
no por tu altura,
sino por la forma
en que llenabas una habitación
con solo sonreír.
y vos eras gigante,
no por tu altura,
sino por la forma
en que llenabas una habitación
con solo sonreír.
En la imagen veo un corazón rojo,
bravo,
de esos que laten fuerte
aunque nadie los mire.
Así era tu amor:
intenso,
torpe quizá,
pero siempre sincero.
bravo,
de esos que laten fuerte
aunque nadie los mire.
Así era tu amor:
intenso,
torpe quizá,
pero siempre sincero.
La vida me enseñó
que uno entiende ciertas cosas tarde.
Como esos te amo
que se piensan mil veces,
pero se dicen pocas.
Como esas charlas cortas
que hoy extraño
más de lo que creí posible.
que uno entiende ciertas cosas tarde.
Como esos te amo
que se piensan mil veces,
pero se dicen pocas.
Como esas charlas cortas
que hoy extraño
más de lo que creí posible.
Y mientras el mundo gira,
yo te llevo puesto,
como una herencia invisible:
tu paciencia,
tu fuerza,
tu forma de querer sin ruido.
yo te llevo puesto,
como una herencia invisible:
tu paciencia,
tu fuerza,
tu forma de querer sin ruido.
Por eso escribo ahora,
en este ritmo simple,
de golpe en golpe,
de verso en verso,
para dejar en claro
lo que nunca caduca:
en este ritmo simple,
de golpe en golpe,
de verso en verso,
para dejar en claro
lo que nunca caduca:
Abu,
tu amor sigue latiendo en mí,
aunque ya no estés enfrente.
Y ese latido,
ese pequeño milagro,
me acompaña
cada día que camino.
tu amor sigue latiendo en mí,
aunque ya no estés enfrente.
Y ese latido,
ese pequeño milagro,
me acompaña
cada día que camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias!