Corazón de abu.

Abu,
en tu nombre late un eco
que me acompaña desde chico,
como un murmullo suave
que nunca se apaga.

El amor más simple,
de esos que no necesitan explicación,
porque se sienten
como se siente el sol
cuando entra por la ventana.

Yo crecí escuchando tus historias,
esas que tenían magia
sin usar trucos.
Me enseñaste
que la vida es más grande
cuando uno sabe querer,
y que el tiempo
no se mide en horas,
sino en abrazos.

Hoy veo este corazón rojo,
fuerte,
un poco desordenado

—como la vida misma—
y pienso en vos,
en tus manos tibias,
en tus palabras que curaban
sin prometer nada.

Mi experiencia es simple:
te perdí por un rato,
te extraño a veces,
te recuerdo siempre.
Y en cada recuerdo
hay un “te amo”
que nunca dije lo suficiente.

Por eso escribo así,
a boca de alma,
rompiendo el silencio
como quien rompe un miedo,
para decirte lo que importa:
gracias por enseñarme a amar
sin condiciones,
sin horarios,
sin dudas.

Abu,
mi corazón sigue siendo tuyo
un poquito,
aunque el mundo cambie
y yo crezca.

Porque hay amores
que no se explican:
se sienten,
se guardan,
se vuelven hogar.

XUS