El ritual del cafecito.
Cafecito, please,
susurro que me nace en la mañana,
cuando el día se enciende lento
y la memoria todavía no se ordena.
susurro que me nace en la mañana,
cuando el día se enciende lento
y la memoria todavía no se ordena.
Es un pedido humilde,
una llave que abre puertas invisibles,
porque en cada taza caliente
se mezclan mis pasos y mis cicatrices.
una llave que abre puertas invisibles,
porque en cada taza caliente
se mezclan mis pasos y mis cicatrices.
Aprendí de chico
que el café no es sólo bebida,
que es refugio, charla, pausa
y a veces puntada fina de la vida.
Mi abuela lo servía
como quien entrega un abrazo,
y yo entendí, sin entenderlo,
que un sorbo puede sostener un rato.
que el café no es sólo bebida,
que es refugio, charla, pausa
y a veces puntada fina de la vida.
Mi abuela lo servía
como quien entrega un abrazo,
y yo entendí, sin entenderlo,
que un sorbo puede sostener un rato.
En estilo libre tiro:
que el aroma levanta lo que cae,
que en el borde de una taza
uno encuentra lo que sabe.
El mundo corre y empuja,
pero este rito me mantiene:
un cafecito sincero
que en su simpleza me sostiene.
que el aroma levanta lo que cae,
que en el borde de una taza
uno encuentra lo que sabe.
El mundo corre y empuja,
pero este rito me mantiene:
un cafecito sincero
que en su simpleza me sostiene.
Por eso digo please,
porque pedir también es un arte,
y en la espuma tibia del momento
se acomoda mi alma aparte.
porque pedir también es un arte,
y en la espuma tibia del momento
se acomoda mi alma aparte.
Es simple, como pedir fuerza,
como mirar el día y decir “voy”.
Cafecito, please
y el universo responde:
“acá estoy”.
como mirar el día y decir “voy”.
Cafecito, please
y el universo responde:
“acá estoy”.
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