Buenas tardes, buenos besos.

En la frontera tibia
entre un saludo y un latido,
te encontré sin buscarte,
como se encuentra el destino
cuando uno deja de pensarlo
y simplemente respira.

¿Beso de buenas tardes
o tardes de buenos besos?
La vida me enseñó 

—a golpes y abrazos—
que a veces el orden no importa,
que el corazón elige primero
y después pregunta.

Recuerdo aquella tarde,
cuando venía cansado del mundo
y vos, sin saberlo,
me diste un beso
que fue descanso,
que fue refugio,
que fue respuesta
a una pregunta
que nunca hice.

Desde entonces entiendo
que hay gestos
que cambian el clima,
que iluminan el cuerpo
como un sol inesperado
en mitad del invierno.

Por eso hoy te pregunto,
con ritmo, con alma,
con la verdad simple
que tiene el que siente:

¿Beso de buenas tardes
o tarde de buenos besos?
Porque si vos querés,
las dos cosas.

XUS