Argentinas, carajo querido.

En cada esquina del sur
hay un grito que no se explica,
pero se siente.
Un grito que nace solo,
como el sol de la bandera
cuando la luz lo toca.

Yo crecí oyendo ese canto,
entre mates,
calles rotas
y abrazos que duelen lindo.
Aprendí que acá
reímos fuerte
porque lloramos más fuerte todavía.

Te cuento una verdad simple:
ser argentino
es cargar con un caos hermoso
que igual te levanta
aunque el mundo te tire.

Por eso
cuando decimos esas siglas
tan nuestras, tan crudas,
no es insulto,
es identidad.
Es decir:
“te quiero así, país de locos,
porque incluso en la tormenta
sabés bailar”.

He caminado lejos,
y aun así,
cuando escucho Oíd mortales,
se me eriza la historia.
Porque no importa la distancia:
la patria te encuentra.

Argentinas, LPMQTP,
qué orgullo llevarte adentro,
aunque a veces duelas,
aunque a veces ardas,
aunque a veces seas
ese abrazo que no se pide,
pero siempre salva.

XUS