Amor en la yema del dedo.
En la punta del dedo
habita un mensaje sencillo,
un latido mínimo
que se escapa sin ruido.
habita un mensaje sencillo,
un latido mínimo
que se escapa sin ruido.
No es un grito,
no es promesa,
no es drama.
Es apenas un gesto,
pero basta.
no es promesa,
no es drama.
Es apenas un gesto,
pero basta.
Lo aprendí una vez,
cuando amar me dolía
y el mundo se volvía
demasiado profundo.
Alguien acercó su mano,
así,
pequeña,
dibujando un corazón
que no pesaba nada,
y sentí que volvía
a confiar en algo simple.
cuando amar me dolía
y el mundo se volvía
demasiado profundo.
Alguien acercó su mano,
así,
pequeña,
dibujando un corazón
que no pesaba nada,
y sentí que volvía
a confiar en algo simple.
Este poema camina liviano,
con métrica de calle,
con alma de esquina,
con rima que respira
lo que el pecho calla.
con métrica de calle,
con alma de esquina,
con rima que respira
lo que el pecho calla.
Porque a veces el amor
no necesita discursos,
ni épicas, ni ruido:
solo un dedo cruzado
que deja caer
un poquito de luz
sobre un día cualquiera.
no necesita discursos,
ni épicas, ni ruido:
solo un dedo cruzado
que deja caer
un poquito de luz
sobre un día cualquiera.
Un gesto mínimo
que en silencio dice:
“te quiero bien,
sin complicarte.”
que en silencio dice:
“te quiero bien,
sin complicarte.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias!