martes, 7 de octubre de 2025

Ellos me cosieron el alma.


Ellos me cosieron el alma.

Cuando todo se quebró,
y el silencio fue mi casa,
ellos llegaron despacio,
sin pedir nada, sin drama.

Traían bromas, locuras,
una cerveza, una charla,
y entre tanto sin sentido,
me devolvieron las ganas.

No hablaron de soluciones,
ni de dioses, ni de culpa,
solo estuvieron presentes,
como el sol tras la penumbra.

Con ellos el mundo duele
un poco menos, lo juro,
porque en cada carcajada
hay un hilo que me curo.

He visto amistades fugaces,
de cartón o conveniencia,
pero los míos son puentes
que cruzan mi existencia.

No me enseñaron el todo,
me enseñaron el ahora,
a llorar sin esconderme,
a reír hasta la aurora.

Y entendí —sin explicación—,
ni versos, ni religión pura:
mis amigos son la magia,
la más humana cura.


 

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