domingo, 12 de octubre de 2025

Demasiado ruido humano.


Demasiado ruido humano.

Camino por la vida midiendo silencios,
porque el mundo grita y pocos piensan.
Hay tanto ruido de ego y apariencia,
que cuesta hallar verdad en la conciencia.

Exceso de boludos, sí,
de esos que opinan sin saber vivir,
que confunden respeto con miedo,
y el brillo con el porvenir.

Los vi en oficinas, en redes, en bares,
vendiendo humo con trajes vulgares.
Pero aprendí —con golpes y risas—
que la calma no se compra en frases.

Una vez creí que todos querían sumar,
y terminé restando por querer confiar.
Hasta que entendí que el alma tranquila
vale más que cien que saben hablar.

Ahora sigo, liviano y despierto,
sin miedo a perder, ni prisa en ganar,
porque aunque el mundo esté repleto de necios,
yo elijo —cada día— no ser igual.


 

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