Demasiado de los míos.
En la mesa somos muchos,
y el aire a veces pesa.
Cada voz es un reflejo,
cada risa, una promesa.
y el aire a veces pesa.
Cada voz es un reflejo,
cada risa, una promesa.
Pero el exceso tiene filo,
como un abrazo que aprieta,
como querer a todos tanto
que uno mismo se diseca.
como un abrazo que aprieta,
como querer a todos tanto
que uno mismo se diseca.
La sangre llama, sí, lo sé,
pero también deja huellas;
hay domingos que me pierdo
entre abrazos y querellas.
pero también deja huellas;
hay domingos que me pierdo
entre abrazos y querellas.
Mi madre habla del pasado,
mi hermano sueña en la acera,
mi viejo prende un cigarro
y el humo encierra la escena.
mi hermano sueña en la acera,
mi viejo prende un cigarro
y el humo encierra la escena.
Y yo —testigo del ruido—
pienso en callar la tormenta,
en quererlos sin cansarme,
en amarlos sin que duela.
pienso en callar la tormenta,
en quererlos sin cansarme,
en amarlos sin que duela.
Porque familia es un laberinto,
un espejo que no miente,
donde el alma busca espacio
y la soledad… se siente.
un espejo que no miente,
donde el alma busca espacio
y la soledad… se siente.
Y aunque a veces me retiro
a pensar en mi frontera,
sé que el exceso de familia
es también mi primavera.
a pensar en mi frontera,
sé que el exceso de familia
es también mi primavera.
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