miércoles, 8 de octubre de 2025

De tu mano, hermana.


De tu mano, hermana.

Te recuerdo en los inviernos,
cuando el frío era rutina,
y vos, con tu risa terca,
convertías todo en vida.

Fuimos caos, fuimos infancia,
con rodillas lastimadas,
pero en cada caída tuya,
mi alma también sangraba.

Nos criamos entre silencios,
entre gritos y esperanza,
aprendiendo que el amor
no siempre llega con calma.

Fuiste mi guía sin quererlo,
mi razón y mi guarida,
la que me dio luz en sombras
y fe cuando no había salida.

Hoy entiendo que la sangre
no es solo herencia o partida,
es un pacto que se siente
más allá de la medida.

Por eso, cuando te nombro,
siento el pecho florecer:
te amo, hermana, y lo digo
como quien vuelve a nacer.


 

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