De tu mano, hermana.
Te recuerdo en los inviernos,
cuando el frío era rutina,
y vos, con tu risa terca,
convertías todo en vida.
cuando el frío era rutina,
y vos, con tu risa terca,
convertías todo en vida.
Fuimos caos, fuimos infancia,
con rodillas lastimadas,
pero en cada caída tuya,
mi alma también sangraba.
con rodillas lastimadas,
pero en cada caída tuya,
mi alma también sangraba.
Nos criamos entre silencios,
entre gritos y esperanza,
aprendiendo que el amor
no siempre llega con calma.
entre gritos y esperanza,
aprendiendo que el amor
no siempre llega con calma.
Fuiste mi guía sin quererlo,
mi razón y mi guarida,
la que me dio luz en sombras
y fe cuando no había salida.
mi razón y mi guarida,
la que me dio luz en sombras
y fe cuando no había salida.
Hoy entiendo que la sangre
no es solo herencia o partida,
es un pacto que se siente
más allá de la medida.
no es solo herencia o partida,
es un pacto que se siente
más allá de la medida.
Por eso, cuando te nombro,
siento el pecho florecer:
te amo, hermana, y lo digo
como quien vuelve a nacer.
siento el pecho florecer:
te amo, hermana, y lo digo
como quien vuelve a nacer.
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