sábado, 27 de septiembre de 2025

Te entrego.


Te entrego.

Te entrego la sombra y la luz de mi ser,
el pulso que late cuando te empiezo a tener.
Te entrego el silencio que se rompe en gemidos,
la piel encendida, los cuerpos perdidos.

Entre sábanas rotas se escribe un poema,
no hay tinta ni pluma: tu boca es el tema.
Cada beso se vuelve palabra infinita,
cada roce desnuda la carne bendita.

Te entrego el instante donde muere el reloj,
un segundo de fuego que nunca se apagó.
Y aunque el descontrol nos lleve a la locura,
en tu abrazo salvaje hallo mi cura.


 

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