La guardiana del índigo.
En tus ojos,
la noche aprende su propio silencio.
En tu piel,
las mariposas se detienen
como si el mundo, por un segundo,
dejara de correr.
la noche aprende su propio silencio.
En tu piel,
las mariposas se detienen
como si el mundo, por un segundo,
dejara de correr.
Yo te vi una vez,
no en un bosque encantado,
sino en una noche cualquiera
cuando la vida me pesaba
y buscaba respuestas
en lugares que no tenían voz.
no en un bosque encantado,
sino en una noche cualquiera
cuando la vida me pesaba
y buscaba respuestas
en lugares que no tenían voz.
Y ahí estabas vos,
pero no así, etérea,
sino hecha de carne y cansancio,
con las manos frías
y el corazón caliente
de quien sobrevivió a su propio invierno.
pero no así, etérea,
sino hecha de carne y cansancio,
con las manos frías
y el corazón caliente
de quien sobrevivió a su propio invierno.
Late lento,
como un tambor bajo el agua,
porque sé lo que es renacer
con alas rotas,
sé lo que es caminar
con sombras pegadas al cuello,
y aun así elegir luz.
como un tambor bajo el agua,
porque sé lo que es renacer
con alas rotas,
sé lo que es caminar
con sombras pegadas al cuello,
y aun así elegir luz.
Guardiana del índigo,
vos que mirás
como si conocieras
los secretos escondidos
entre los pliegues del alma,
sabés que la belleza
no viene del brillo,
sino del golpe.
vos que mirás
como si conocieras
los secretos escondidos
entre los pliegues del alma,
sabés que la belleza
no viene del brillo,
sino del golpe.
De caerse
y aún así abrir las alas.
y aún así abrir las alas.
De llorar
y aun así sostener flores.
y aun así sostener flores.
De perderse
y aun así guardar caminos
dentro del pecho.
y aun así guardar caminos
dentro del pecho.
Hoy te nombro así,
suave y eterna,
no por magia,
sino por experiencia:
la mía,
la tuya,
la de todos los que alguna vez
tuvieron que hacerse fuertes
para seguir siendo sensibles.
suave y eterna,
no por magia,
sino por experiencia:
la mía,
la tuya,
la de todos los que alguna vez
tuvieron que hacerse fuertes
para seguir siendo sensibles.
Y en tu rostro azul,
donde la tristeza parece arte
y la esperanza un susurro,
me reconozco:
frágil, sí,
pero vivo.
donde la tristeza parece arte
y la esperanza un susurro,
me reconozco:
frágil, sí,
pero vivo.
Como una mariposa
que vuelve a confiar
en el aire.
que vuelve a confiar
en el aire.
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