El susurro del labio atrevido.

Unos labios que muerden despacio,
como quien guarda un secreto
entre el pulso y la piel.
Los miro y recuerdo momentos
donde el mundo habló en silencio
y entendí más de lo que quería entender.

Porque a veces la vida
no grita,
apenas roza,
apenas tiembla,
apenas toca el borde
de lo que uno no confiesa.

Yo también estuve ahí,
cuando un gesto mínimo
me cambió la historia entera:
un labio mordido,
una duda dulce,
una mirada que invitaba
sin prometerla.

Entre pasos torpes
y días que no sabía quién era,
aprendí que lo simple
puede encender lo profundo,
que un detalle suave
puede mover un mundo.

Y por eso,
en ritmo libre
y verso sincero,
estos labios me recuerdan
que sentir no requiere permiso,
solo un instante verdadero.

Así lo dejo,
claro y directo:
a veces un mordisco tímido
dice más
que cualquier verso perfecto.

XUS