domingo, 5 de octubre de 2025

Eres.


Eres.

Eres la pausa entre el ruido y la calma,
la sombra que enseña a la luz a tener alma.
Eres el eco de algo que no se explica,
la herida que cura cuando la vida grita.

Te vi llegar en un día cualquiera,
sin avisar, sin promesa entera,
como esas cosas que el destino inventa
para probar si uno todavía siente.

Eres lo que queda cuando el resto se apaga,
lo que no se dice, pero igual se propaga.
En tus ojos vi mi reflejo cansado,
y entendí que amar también es mirarse despacio.

Viví el fuego, la pérdida, el intento,
y en tu presencia aprendí del silencio.
Eres —sin ser mía— mi parte más cierta,
la que no se toca, pero despierta.


 

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Solo quiero fuego real.

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