Te amo, Pa.
Ey, Pa…
no tengo flores ni discurso elegante,
pero tengo estas palabras, crudas y vibrantes.
Porque vos sos de esos que no buscan aplauso,
pero en tu sombra aprendí a andar descalzo.
no tengo flores ni discurso elegante,
pero tengo estas palabras, crudas y vibrantes.
Porque vos sos de esos que no buscan aplauso,
pero en tu sombra aprendí a andar descalzo.
Cuando gritabas, entendí los miedos.
Cuando callabas, escuché tus dedos.
Marcaban el ritmo en la mesa de madera,
como diciendo: “la vida no espera”.
Cuando callabas, escuché tus dedos.
Marcaban el ritmo en la mesa de madera,
como diciendo: “la vida no espera”.
Te amo, Pa, con las cosas que no se ven,
como se ama el viento cuando viene bien.
Como se ama el silencio cuando calma la mente,
como se ama la calle que te hace valiente.
como se ama el viento cuando viene bien.
Como se ama el silencio cuando calma la mente,
como se ama la calle que te hace valiente.
Fuiste mi escudo, aunque no usabas capa,
fuiste mi puente, aunque te dolía la espalda.
Y aunque no supiste decirme “te quiero”,
me lo escribiste mil veces… con el desayuno sincero.
fuiste mi puente, aunque te dolía la espalda.
Y aunque no supiste decirme “te quiero”,
me lo escribiste mil veces… con el desayuno sincero.
No sos héroe de libro, ni estrella de historia,
sos carne de barrio, con arrugas de gloria.
Y por eso, Pa, te amo sin prisa,
con respeto, con risa… y con esta caricia.
sos carne de barrio, con arrugas de gloria.
Y por eso, Pa, te amo sin prisa,
con respeto, con risa… y con esta caricia.
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