La pieza perdida.
Tenía el corazón como un puzzle incompleto,
con huecos que el tiempo dejó en el libreto.
Probé mil piezas, ninguna encajaba,
el alma buscaba… pero no encontraba.
con huecos que el tiempo dejó en el libreto.
Probé mil piezas, ninguna encajaba,
el alma buscaba… pero no encontraba.
Me faltaba algo, y no sabía qué,
una esquina del pecho que decía “¡eh!”.
No era dolor, tampoco era herida,
era la forma de la pieza perdida.
una esquina del pecho que decía “¡eh!”.
No era dolor, tampoco era herida,
era la forma de la pieza perdida.
Pasaban los días, la gente, las calles,
ponía sonrisas, fingía detalles.
Pero adentro, en silencio, algo faltaba,
una nota suave que nunca sonaba.
ponía sonrisas, fingía detalles.
Pero adentro, en silencio, algo faltaba,
una nota suave que nunca sonaba.
Hasta que un día —sin plan, sin aviso—
llegaste vos… y todo tuvo sentido.
No eras perfecta, ni lo pretendías,
pero al mirarte supe: vos encajabas ahí.
llegaste vos… y todo tuvo sentido.
No eras perfecta, ni lo pretendías,
pero al mirarte supe: vos encajabas ahí.
Porque no hay amor que se fuerce al entrar,
sólo piezas que un día se dejan hallar.
No hay que buscar con desesperación,
la vida acomoda cada corazón.
sólo piezas que un día se dejan hallar.
No hay que buscar con desesperación,
la vida acomoda cada corazón.
Ahora sé que no estaba roto,
sólo incompleto, por un poco.
Y que a veces lo que uno persigue,
te encuentra cuando no lo exige.
sólo incompleto, por un poco.
Y que a veces lo que uno persigue,
te encuentra cuando no lo exige.
Así que si sentís que algo no está,
no te culpes, ni lo fuerces ya.
Las piezas que faltan, también son maestras,
y llegan solas… cuando abrís las puertas.
no te culpes, ni lo fuerces ya.
Las piezas que faltan, también son maestras,
y llegan solas… cuando abrís las puertas.
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