lunes, 9 de junio de 2025

Creer, reír (fo).


Creer, reír.

Un día, cansado, me senté en la vereda,
la vida me hablaba, pero yo no la leía entera.
Tenía los bolsillos vacíos de promesas,
y la risa guardada, por si algo me pesa.

Pero pasó un abuelo, silbando bajito,
con arrugas que hablaban de un mundo infinito.
Me miró con ternura, sin decirme nada,
y en sus ojos leí: “viví, no postergues nada”.

Creer es andar sin saber el camino,
y reír es bailar sin medir el destino.

Es entender que aunque duela el andar,
vale más el intento que quedarse a mirar.

El mundo es un loco, y a veces te empuja,
pero si vos reís, la tristeza se afloja.
Y si creés —aunque sea poquito—,
ya no hay piedra tan grande ni pozo tan finito.

No hay mapa perfecto, ni ley garantida,
hay momentos que enseñan a querer la vida.
Creer y reír: esa es la receta,
y si no la sabés, el alma la inventa.


 

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