miércoles, 15 de octubre de 2025

Familia sin apellido.


Familia sin apellido.

No hace falta sangre pa’ llamarse familia,
cuando el alma se alinea y la risa brilla.
Nos encontramos rotas, cansadas, sin guía,
y terminamos siendo refugio y poesía.

Mis amigas, mis hermanas del destino,
las que leen mis silencios sin desatino.
En cada charla, en cada mirada sincera,
hay una historia que el tiempo no altera.

Compartimos lágrimas, risas, heridas,
fiestas locas y noches perdidas.
Pero en el fondo, lo real, lo profundo,
es que su abrazo me sostiene el mundo.

Ellas me vieron caer y renacer,
me enseñaron que amar también es crecer.
Entre mates, canciones y confesiones,
curamos las penas, tejimos razones.

No hay juramentos, ni documentos firmados,
solo corazones latiendo, entrelazados.
Y si la vida me cambia de estación,
ellas siguen siendo mi familia de corazón.


 

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