Tú eres el postre que siempre quiero repetir.
No sos el plato fuerte, sos el final feliz,
ese sabor prohibido que me hace sonreír.
Mientras el mundo pesa, vos sos alivio y delirio,
y yo vuelvo a vos… sin juicio ni equilibrio.
ese sabor prohibido que me hace sonreír.
Mientras el mundo pesa, vos sos alivio y delirio,
y yo vuelvo a vos… sin juicio ni equilibrio.
No te pido explicaciones, ni recetas ni medidas,
sos ese bocado que le da sentido a la vida.
No sos “necesidad”, sos placer compartido,
la cucharada exacta del amor merecido.
sos ese bocado que le da sentido a la vida.
No sos “necesidad”, sos placer compartido,
la cucharada exacta del amor merecido.
Sos como ese flan con dulce de arriba,
o ese helado loco que a la tristeza derriba.
No engordás el cuerpo, pero sí el alma,
y aunque a veces me empalago…
o ese helado loco que a la tristeza derriba.
No engordás el cuerpo, pero sí el alma,
y aunque a veces me empalago…
me devolvés la calma.
Me enseñaste que amar no es tragar sin pensar,
sino saborear despacio y aprender a esperar.
Que lo bueno no siempre es lo urgente,
y que lo eterno se construye…
sino saborear despacio y aprender a esperar.
Que lo bueno no siempre es lo urgente,
y que lo eterno se construye…
bocado tras bocado, valiente.
Así que no me pidas que te olvide o te suelte,
sos el deseo sano, el mimo más fuerte.
Porque en un mundo que amarga y repite,
tú…
sos el deseo sano, el mimo más fuerte.
Porque en un mundo que amarga y repite,
tú…
tú eres el postre que siempre quiero que se repite.
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