martes, 9 de septiembre de 2025

Ardo, luego existo.


Ardo, luego existo.

Ardo, luego existo,
así lo entendí una tarde cualquiera,
cuando la vida parecía gris
y un roce encendió la chispa de volver a ser.

Ardo, luego existo,
no es solo piel, es memoria,
es el pulso que despierta al cuerpo cansado,
es el instante donde el miedo se disuelve.

Yo lo viví,
cuando creí que estaba roto,
cuando pensaba que nada me movía,
y de pronto una caricia, una mirada,
me devolvieron el vértigo de estar vivo.

Ese calor no es pecado,
es lenguaje secreto,
es promesa escrita en latidos,
es certeza de que lo humano
también se celebra con fuego.

Ardo, luego existo,
porque el deseo me recuerda
que no soy estatua ni sombra,
sino un ser que tiembla,
que ama, que siente,
y que en ese temblor
encuentra su verdad más pura.

Ardo, luego existo,
porque en el calor del instante
me reconozco eterno.


 

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