Te amo, hija.
Te amo, hija, como el sol a la mañana,
como el río que no frena y siempre gana.
Desde que llegaste, ya no soy igual,
me rompiste el pecho y lo hiciste catedral.
como el río que no frena y siempre gana.
Desde que llegaste, ya no soy igual,
me rompiste el pecho y lo hiciste catedral.
Fuiste mi revolución más verdadera,
mi poesía más bestia, mi primavera.
Sos la excusa que inventé para seguir,
la razón por la que nunca dejo de sonreír.
mi poesía más bestia, mi primavera.
Sos la excusa que inventé para seguir,
la razón por la que nunca dejo de sonreír.
Nunca te calles si algo te duele,
que tu verdad vuele aunque el mundo vele.
No naciste pa’ agradar ni pedir permiso,
sos fuego puro, sos tu propio hechizo.
que tu verdad vuele aunque el mundo vele.
No naciste pa’ agradar ni pedir permiso,
sos fuego puro, sos tu propio hechizo.
No sos mía, sos del universo,
yo te acompaño, hija, verso tras verso.
Y si algún día me falta la voz,
leé este poema, ahí estoy… los dos.
yo te acompaño, hija, verso tras verso.
Y si algún día me falta la voz,
leé este poema, ahí estoy… los dos.
Te amo, hija, a lo bestia y sin condición,
más allá del tiempo, del miedo y del perdón.
Si un día dudás de quién sos o tu andar,
recordá que naciste… para amar y brillar.
más allá del tiempo, del miedo y del perdón.
Si un día dudás de quién sos o tu andar,
recordá que naciste… para amar y brillar.
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