Mirada traviesa.
¡Esa mirada, che!.
¡Qué escándalo a la vista!.
Era traviesa, atrevida…
y nada purista.
Era traviesa, atrevida…
y nada purista.
Me miró de abajo pa’ arriba y sin censura,
como quien ya decidió…
que hoy se viene la locura.
como quien ya decidió…
que hoy se viene la locura.
Tenía un brillo entre pícaro y criminal,
como si supiera
que iba a ser mi final.
Me guiñó el alma sin permiso ni protocolo,
y yo, que soy débil…
me desarmé solo.
como si supiera
que iba a ser mi final.
Me guiñó el alma sin permiso ni protocolo,
y yo, que soy débil…
me desarmé solo.
Mirada traviesa, ni ángel ni santa,
de esas que te miran…
y la conciencia se espanta.
¡Y qué querés que haga!.
Si me vio con hambre,
y sonrió con salsa…
de esas que te miran…
y la conciencia se espanta.
¡Y qué querés que haga!.
Si me vio con hambre,
y sonrió con salsa…
No hizo falta hablar de amor ni poesía,
con esos ojitos…
ya era brujería.
Y yo, actor de mi propio desastre,
dije: “¡que me mire de nuevo…
aunque me estrelle el desastre!”.
con esos ojitos…
ya era brujería.
Y yo, actor de mi propio desastre,
dije: “¡que me mire de nuevo…
aunque me estrelle el desastre!”.
Porque hay miradas que no buscan un “hola”,
van directo al alma
y después a la cola.
Y vos, traviesa reina del deseo,
me enseñaste que a veces el juego…
es lo más sincero.
van directo al alma
y después a la cola.
Y vos, traviesa reina del deseo,
me enseñaste que a veces el juego…
es lo más sincero.
A veces una mirada no quiere promesas,
ni futuro, ni novelas…
ni futuro, ni novelas…
solo quiere jugar,
despertarte el alma…
y dejarte sin secuelas.
despertarte el alma…
y dejarte sin secuelas.
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