Tus ojitos, mi vicio.
Tus ojitos... dos luceros en medio del caos,
brillan más que los flashes, más que los aplausos.
Cuando los miro, el mundo se apaga,
y mi alma — sin pedirlo — se me desarma.
brillan más que los flashes, más que los aplausos.
Cuando los miro, el mundo se apaga,
y mi alma — sin pedirlo — se me desarma.
No fumo, no bebo, no juego al exceso,
pero tus pupilas... me rompen el seso.
Me pierdo en su forma, me encuentro en su brillo,
como un niño buscando consuelo en un hilo.
pero tus pupilas... me rompen el seso.
Me pierdo en su forma, me encuentro en su brillo,
como un niño buscando consuelo en un hilo.
Yo era de piedra, de calle, de fuego,
hasta que tus ojos me hablaron sin ego.
No dijeron “te amo”, no pidieron promesa,
solo miraron... y me curaron la tristeza.
hasta que tus ojos me hablaron sin ego.
No dijeron “te amo”, no pidieron promesa,
solo miraron... y me curaron la tristeza.
Porque amar no es cadenas, no es posesión,
es ver en alguien tu propia redención.
Y tus ojos, tan nobles, me dieron aviso:
el amor no se impone... se vuelve un vicio.
es ver en alguien tu propia redención.
Y tus ojos, tan nobles, me dieron aviso:
el amor no se impone... se vuelve un vicio.
Una mirada sincera
puede enseñarte
más que mil palabras.
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