Rostro de redención.

Vi en tu cara las heridas
que el pasado te dejó,
y en tus ojos la salida
que tu alma reclamó.

Cargaste cadenas viejas,
culpas que no eran tuyas,
pero aprendiste que el perdón
es la llave que destruye.

No hay error que sea eterno
ni condena sin final,
quien camina hacia la luz
deja atrás todo el penal.

Tu sonrisa hoy es bandera,
tu mirada, dirección,
demostrando que en la vida
siempre hay resurrección.

La enseñanza es sencilla
y la grabo en este texto:
quien se atreve a perdonarse
ya encontró su redención.

XUS