Guitarra en el asfalto.

Nací donde el tango se cruza con cumbia villera,
donde una flor se abre paso entre la tapia de la espera.
Con la guitarra en la espalda y el alma a contraluz,
le rezo a un dios sin templo, con la voz de mi cruz.

Aprendí que la pobreza no es pecado ni condena,
que hay más dignidad en un beso que en una cadena.
Y si me caigo, me levanto — a lo bestia, sin perdón —
porque la fe de un marginado no se borra del cartón.

Me dijeron “no valés”, y eso me hizo valiente,
porque cuando el mundo es sordo, uno canta diferente.
La vida no es tener más, es saber lo que se es,
y abrazar con alma limpia, aunque duela, aunque estés.

No pidas permiso al miedo para seguir tu misión,
el amor no se mendiga, se entrega sin condición.
Y si hoy estás perdido, recordá lo esencial:
la brújula está en tu pecho, no en la red social.

Guitarra en el asfalto, no aflojes ni un compás,
que el corazón que arde firme, siempre llega un poco más.
Y si el mundo te desprecia, sonreí con rebelión,
porque el arte de ser libre...
es vivir sin rendición.

XUS